Desde hace unos días, cuando escucho tres simples palabras, que a cualquiera pueden hacer evocar alguno de los peores momentos vividos en su vida, no puedo evitar sonreír. Os explicaré la razón. Simplemente se trataba de tres palabras que había que adivinar en una prueba de un juego. Ni mi equipo ni yo sabíamos cuántas palabras eran las que había que adivinar, y la persona de nuestro bando que intentaba que lo adivinásemos ya estaba desesperada, y no sabía cómo hacer para que lo adivinásemos. Entonces, como cuando ves por la calle a alguien que te suena, pensé muy rápidamente, y muchas imágenes pasaron por mi mente, hasta que di con una que me pareció la adecuada, y la dije, sin miedo a equivocarme, porque por supuesto, se trataba de un juego. Recuerdo que durante los segundos posteriores a mi respuesta, la persona que intentaba transmitirnos la expresión de tres palabras llegó de un brinco a donde yo estaba y me abrazó muy contenta. Otra persona de mi grupo me miraba mientras con ojos de sorpresa, y el otro miembro puede que pensara algo parecido. Los miembros del otro equipo se preguntaban cómo había sido capaz (ellos tenían la respuesta desde el principio), y sin saber muy bien quién lo empezó, todos empezaron a aplaudirme. Sin duda alguna, para mí un mal día se convirtió en un gran día, en uno de los mejores de mi vida. Y cada vez que alguien dice que lo ha tenido, recuerdo ese momento con mucha claridad, y su significado cambia por completo. Por eso os animo a que busquéis algún recuerdo bueno que esté asociado a alguna palabra, y así cada vez que la escuchéis, la recordéis, o la veáis escrita, sentiréis una inmensa alegría, o una pequeña, pero valdrá la pena.
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